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Jaroslav Hašek

Las aventuras del buen soldado Svejk

Una gran época pide grandes hombres. Hay héroes desconocidos y oscuros, privados de la fama y de la gloria históricas de un Napoleón. Hoy mismo podríais encontrar, por las calles de Praga, a un hombre desaliñado que no se da cuenta de la importancia que tiene para la historia de la magna época moderna. Si le preguntarais cómo se llama, os contestaría con sencillez y modestia: Soy Svejk…"" Así empieza una de las novelas más hilarantes y subversivas de la literatura universal:Las aventuras del buen soldado Svejk. Heredero de Cervantes, Rabelais, Fielding o Sterne, en la segunda década del siglo XX el escritor checo Jaroslav Has?ek dio vida al entrañable y humilde soldado Svejk, enrolado en las filas del ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial. Las desternillantes y sorprendentes andanzas de este simpático pícaro moderno, estúpido y sabio a la vez, ninguneado por los estamentos militares -"La comisión me declaró oficialmente idiota. ¡Soy un idiota oficial!", llega a declarar el propio Svejk-, constituyen un manifiesto antibelicista de primer orden, una proclama satírica e irreverente contra la futilidad y el sinsentido de la guerra narrada desde la óptica de un idiota genial.
1 022 паперові сторінки
Дата публікації оригіналу
2018
Рік виходу видання
2018
Видавництво
Galaxia Gutenberg
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Цитати

  • Adal Cortezцитує13 днів тому
    El gran matadero que fue la Guerra Mundial no podía prescindir tampoco de la bendición eclesiástica. Los capellanes castrenses de todos los ejércitos rezaban y celebraban misas de campaña por la victoria del país que les procuraba el pan.
    Nada había cambiado desde la época en que el bandolero Adalberto, que más tarde fue canonizado, contribuyó al exterminio de los eslavos bálticos con la espada en una mano y la cruz en la otra.
    En toda Europa los hombres iban al matadero como animales, acompañados por los emperadores-carniceros, por los reyes y otros potentados y generales, y por los sacerdotes de todas las confesiones, que los bendecían y hacían jurar en falso que «por tierra, mar y aire», etcétera.
  • Miguel Velaцитує3 роки тому
    Si todo el mundo tuviera buenas intenciones, pronto los hombres se matarían unos a otros

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