Los feminismos en la encrucijada del punitivismo

Sobredimensionar estas expresiones de deseo sexual como “acoso”, por burdas o molestas que algunas de ellas sean, refuerza el victimismo presente en la tríada

Nancy Fraser (2013) calificó de amistad peligrosa del movimiento feminista con el Estado neoliberal. Este contexto obstaculiza la tarea de un feminismo antiesencialista que busca lo que Ida Dominijanni (2012: 60), otra feminista italiana, formuló como “una acción relacional, capaz de desarrollar en lo real las consecuencias de una posibilidad impredecible,

resulta funcional al mantenimiento del sistema actual,

la gran mayoría de las mujeres protesta desde su condición de víctimas a priori, exigiendo más penas, pero sin proponerse desarrollar lo que Pitch designa como el tipo de subjetividad de la libertad femenina.

Sarah Ahmed (2004), que la emoción representa un medio muy eficaz para el control psicopolítico del ser humano

Las feministas no esencialistas tenemos tareas que nos apremian, y una es la de dilucidar si toda forma de requerimiento sexual es acoso y si todo acoso es comparable al abuso sexual o a otras violencias.

La víctima siempre tiene razón y provoca una conmiseración simétrica al odio que se dispensa a su verdugo”

invisibiliza las causas sociales de la criminalidad

el derecho penal da responsabilidad al ofensor cuando a menudo las violencias contra las mujeres se deben a la influencia de contextos culturales o condiciones sociales, lo que produce una “implícita individualización de la responsabilidad y el riesgo de la simplificación del escenario”

La violencia es el medio en que se configura la vida, aunque no toda la violencia es igual ni afecta de la misma manera a todas las personas