Biografía de un cimarrón

Eso no es triste, porque es verdad.

A mí me enseñaron muchas cosas sin saber leer ni escribir. Las costumbres, que son más importantes que los conocimientos. Ser educado, no meterse en problemas ajenos, hablar bajito, respetar, ser religioso, buen trabajador... todo eso me lo inculcaron a mí los africanos.

Hoy, después de tanto tiempo, yo me pongo a pensar y la verdad es que llego a la conclusión de que el africano era un sabio en todas las materias.

Llegó la ambición de la caña y por poco no dejan ni monte en Cuba. Talaron los árboles de cuajo. Se llevaron caobas, cedros, jiquís; bueno, todo el monte se vino abajo.

Las mujeres seguían en lo mismo. Para ellas no existía el tiempo muerto. Seguían lavando la ropa de los hombres, zurcían y cosían.

relato autobiográfico de Esteban Montejo, de 106 años, recogido por Miguel Barnet, es a nuestro parecer un documento de incalculable interés; tiene el mismo valor histórico que la biografía del capitán Canot, contada por Franz Mayer. Hay un dramático paralelismo entre estas dos «confesiones»; la del negrero y la del esclavo cimarrón.

decir verdad yo prefiero al español que al americano; pero al español en su tierra. Cada uno en su tierra. Ahora, al americano no lo quiero ni en la suya.