La adolescencia siempre fue una pregunta por el dolor de vivir, una pregunta que no tiene una respuesta satisfactoria ni interlocutores (adultos o iguales) que puedan garantizarla. Todo adolescente tiene que encontrar la suya y para eso no le queda otra que volver a nacer. No puede continuar sin esa disrupción con el pasado, tiene que fabricarse una identidad nueva que le proporcione un sentimiento de la vida que sea vivible, formar parte de un grupo que lo acoja y cohabitar con un cuerpo sexual que se le presenta como enigmático. Para eso, necesita influencers e iguales que le acompañen. Algunos los encuentra en la realidad digital, pero otros siguen siendo sus influencers «naturales»: padres, docentes, etc. ¿Cómo acompañarlos en esa delicada transición?