Silencio

Los adultos, desde luego, no juegan con muñecos. Más bien se ponen máscaras y se convierten en muñecos ellos mismos.

Al parecer, los ricos están dispuestos a soportar hasta la náusea para darse el lujo del silencio.
Pero si el silencio enferma a los ricos, el ruido es una aflicción de los pobres.

Los silenciosos espacios del capital protegen a los más pudientes del barullo de la pobreza, pero para los pobres, la batahola de la vida moderna —como otras formas de contaminación— es ineludible. Y a medida que el ruido sigue avanzando inexorablemente hacia los recovecos más pacíficos de la naturaleza, puede que hasta a los ricos se les termine haciendo imposible retirarse a un lugar silencioso.

El mundo moderno murmura. Lo que entendemos por silencio es apenas el rumor que toleramos como ruido de fondo o “ruido blanco”. Pero imaginen que de esa estática que siempre nos zumba en los oídos pudiéramos eliminar la podadora que está chirriando por el jardín, el auto que ronronea en la entrada al garaje, el televisor que no deja de cuchichear en la habitación de al lado, la heladera que se enciende con un bufido y se apaga con un suspiro, el aire acondicionado que gruñe como un perro viejo dormido y, por último, una a una, todas las voces humanas. ¿A quién no le gustaría una tranquilidad así?

John Biguenet vive en Nueva Orleans.

Lleva publicados diez libros y seis de sus obras de teatro han sido producidas y representadas en diversas ciudades.

Pero el silencio es mucho más que el tributo que rendimos a la ignorancia, la tímida confesión que suspiramos con vergüenza, la plegaria que dirigimos a lo inefable.

Pero el silencio es mucho más que el tributo que rendimos a la ignorancia, la tímida confesión que suspiramos con vergüenza, la plegaria que dirigimos a lo inefable.

radiotelescopio, dispositivo cuyo mismo nombre sugiere la unidad de la realidad que ni nuestros ojos ni nuestros oídos perciben. Al mismo tiempo, la opinión pública es cada vez más unánime en tildar a los hechiceros de charlatanes o en afirmar que creer en fantasmas es síntoma de algún trastorno psicológico

Este libro habla de lo que está más allá del espectro que abarcan nuestros oídos, y que por ende forzosamente nunca podremos experimentar de un modo físico