—Siempre te he respetado, he velado por ti y os he considerado a ti y a tus hermanos como mis hijos. —Apoyó las manos en la barra sin apartar los ojos de Gabe—. Siempre habéis tenido vuestras razones para actuar como lo hacéis. Lo entiendo, e incluso cuando habéis hecho cosas que iban en contra de mis creencias, os he seguido queriendo como si fuerais de mi propia sangre.
Gabe cuadró los hombros. Richard sabía muchas cosas. Había visto demasiado. Más que Livie.
—Y también sé que los tres nos respetáis a mí y a mi mujer, así que ahora te voy a hacer una pregunta y lo único que espero es que me respondas con sinceridad —continuó—. Tienes a mi hija en tu habitación, en tu cama, y me consta que los dos habéis pasado mucho tiempo juntos últimamente. No como antes. Quiero saber cuáles son tus intenciones con ella.
A Gabe ni se le pasó por la cabeza mentir.
—Estoy enamorado de ella.
El padre de Nic apretó la mandíbula.
—Hace poco te has enterado de que la mujer de la que llevas enamorado una década ha muerto y te ha ocultado la existencia de un hijo…
—Sé a dónde quieres ir a parar. Entiendo que pienses en Emma, pero lo que siento por Nic no tiene nada que ver con ella. Una parte de mí siempre la querrá. —Respiró hondo—. Pero quiero más a Nic.
Richard lo miró sorprendido. Agarró el vaso y se terminó el wiski.
—Eres diez años mayor que ella.
—No me siento tan mayor a su lado. Puede que algún día lo note, cuando tenga tu edad, pero ahora no. Y corrígeme si me equivoco, ¿pero no le sacas ocho años a Livie?
—Cuando empezamos a salir, las cosas eran diferentes.
—Cuando empezasteis a salir, Livie apenas tenía dieciocho años, ¿verdad?
—Como te he dicho, era diferente…
—Os queríais —le interrumpió Gabe—. Eso es lo único que importa. Y ahora miraros. ¿Cuánto tiempo lleváis casados?
Richard enarcó una ceja.
—¿Y qué pasa con William?
—Se lo presentaré cuando esté lista. Y ya veremos lo que sucede a partir de ahí —le explicó—. Mira, aún no tengo todo resuelto. Ni siquiera le he dicho a Nic lo que siento, pero te lo estoy diciendo a ti. La quiero. Estoy enamorado de ella, así que lo único que puedo asegurarte es que intentaremos ir paso a paso, solucionando los obstáculos que se nos presenten.
—¿Todavía no le has dicho a mi hija que la quieres?
—Aún no. —Miró la puerta cerrada—. No era el momento adecuado.
—Cualquier momento es adecuado para decirle a alguien que lo quieres.