Ana de las tejas verdes

La señora Rachel Lynde

para averiguar por Marilla adónde ha ido y para qué —concluyó al fin aquella encomiable señora

. Era un ama de casa excelente y siempre tenía hechas —y bien— sus tareas domésticas.

No soy capaz de decidirme. De todos modos, no es que importe demasiado, ya que es muy poco probable que tenga nunca nada de eso

Cuando se marchó Marilla, Ana miró a su alrededor con melancolía.

Y vaya si rompió a llorar. Se sentó en una de las sillas que había alrededor de la mesa, extendió los brazos sobre esta y hundió el rostro entre ellos para deshacerse en lágrimas con grandes ayes

Marilla echó a andar con energía hacia la puerta en el momento en que la abría Matthew, pero, al dejar caer la mirada sobre la extraña figurita que tenía delante, con aquel vestido tieso y feo, aquellas largas trenzas pelirrojas y aquellos ojos grandes y brillantes, se detuvo en seco ante el asombro

—. Deje que me lo imagine.

cuando nació Diana, se hospedaba en la casa una maestra de escuela que se llamaba así y le pusieron su nombre.

tengo la lengua bien suelta. Me dijo la señora Spencer que su casa se llama Tejas Verdes.