Nuestra cultura ha tomado decididamente partido por la hermana de María. Estamos atareados, somos trabajólicos, nos preocupamos, agitados y angustiados, por muchas cosas; nos sentimos estresados y agotados… Esta realidad cultural no es un hecho más entre otros. Sus efectos se hacen sentir fuertemente. Porque, si somos sinceros, ¡qué vacíos nos deja el ajetreo en el cual estamos sumergidos! ¡Cuánto nos desarticula interiormente! ¡Cuánto empobrece nuestras relaciones personales!