Estas realizaciones reciben otra hermosura más conmovedora aún, proveniente del hecho de que su materialidad misma, es decir la lengua en la que fueron escritas, constituye una suerte de espejo de la vida. Parte de la alegría que uno experimenta al pasearse por una ciudad como Beaune, que conserva intacto su hospital del siglo XV, con su pozo, su lavadero, su bóveda con armadura artesonada y pintada, su techo con altos aguilones, agujereado de lucernas coronadas por ligeras espigas de plomo cincelado (todas esas cosas que una época al desaparecer ha dejado allí como olvidadas, todos esos objetos que no