El cuarto mundo

La instalación del dolor entre nosotros fue la primera forma de entendimiento que encontramos

Supe también de mi inocencia, tejida por un acontecer inmutable en su equívoco. La certeza de mi inocencia me empujó al borde de la insurrección y me sentí digna de la propiedad que de manera tan violenta heredábamos.

Incrédula, busco en sus ojos el lugar del desmentido. No existe. Ellos abandonarán la casa y nos legarán el rigor de las paredes y las grietas de las culpas familiares.

Abandonaré la casa –digo–. Después del nacimiento abandonaré la casa.

La moneda me hiere la palma, me fisura levemente el alma.

Mi gesto lo invita a compartir mi holgura.

Soy víctima de un turbulento complot político en contra de nuestra raza. Persiguen aislarnos con la fuerza del desprecio.

Tienes que aprender que el goce es siempre purulento, y el pensamiento, guerrero, bacanal.

La instalación del dolor entre nosotros fue la primera forma de entendimiento que encontramos.

En esas ocasiones el estar cerca permitía paliar en parte nuestro desatado miedo a la ceguera.