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Martín Caparrós

Los Living

  • Diego Camposцитує5 років тому
    Nos quieren convencer de que formamos parte de grandes conjuntos –una comunidad, una ciudad, un gremio, un país, la humanidad– y después resulta que cuando uno hace algo tan decisivo como nacer le importa a siete u ocho
  • Rafael Ramosцитує4 години тому
    En todo caso, yo cerraba los ojos –y ése es el mayor privilegio de los chicos: creer, todavía, que cerrar los ojos va a apartar la amenaza–
  • Rafael Ramosцитує9 днів тому
    Quien teme no llegar a conocer el desarrollo de una historia sólo desconfía de las circunstancias: teme que algún hecho exterior lo aparte del camino de ese conocimiento. En cambio, quien empieza a creer que olvidará lo ya aprendido está descreyendo de sus propias capacidades, poniendo en duda su idea de sí mismo para caer en otra, resignada, humillante: que uno es uno que no sabe si recordará lo que querría. La memoria es una incertidumbre permanente –y nada es más fácil que olvidar lo que querríamos recordar, y viceversa–, pero en general nos las arreglamos para olvidar también que queríamos recordar tal o cual cosa, y quedamos en paz.
  • Rafael Ramosцитує9 днів тому
    Mamá vivía con el temor de no saber cómo seguía la historia. O debería decir terror: mamá vivía con el terror de no saber cómo seguía la historia. O, quizás, en la duda: mamá vivía entre el temor y el terror de no saber cómo seguía la historia –pero entonces debería suponer que hay algo entre el temor y el terror, que entre los dos se extiende un territorio transitable. Quizás: un territorio donde el viandante puede cruzarse con una cucaracha y pensar que debe evitar todo contacto porque la cucaracha es pasible de transmitirle impurezas e infecciones que podrían provocarle malestar y donde, un poco más allá, si sigue caminando, si ha seguido pensando en la amenaza de la cucaracha, el mismo viandante puede topar con una y lanzarse a grititos y aspavientos y manos cruzadas ante su genitalia en un gesto que, aunque sea producido por un hombre, cualquier espectador definiría –sus prejuicios– como perdidamente femenino.
  • Rafael Ramosцитує9 днів тому
    El arte es robar con precisión, dice –o, mejor dicho, dice: descubrir qué recordar y qué olvidarse.
  • Rafael Ramosцитує9 днів тому
    –¿Cómo voy a decir vuelvo al arte? Como si uno pudiera irse del arte, como si del arte uno pudiera ir y volver, como si todo esto que hacemos no fuera también arte.
    Dice, y la frase, se ve, lo satisface mucho: se queda unos segundos suspendido, oyéndole los ecos en el aire y después grita Titina traete un par de whiskies. Como si todo en la vida no fueran tropezones del arte, dice.
  • Rafael Ramosцитує15 днів тому
    Yo era un capullo de lana blancuzca con la cara como un repollo en mitad de la cocción, y no miraba a cámara. La foto, ahora, se ha grisado y es, queda dicho, única. No eran épocas, aún, de tantas fotos. Entonces las personas no se desesperaban por fijar todo en imágenes; confiaban, esperaban, creían todavía que podían acordarse de las cosas –y era una suerte, porque las memorias son tan falibles, tan maleables.
  • Rafael Ramosцитує15 днів тому
    Cuando nací llovía, pero no debo tomarlo como un signo. Entre los infinitos errores que cometemos, aun antes de nacer, los hombres, uno de los más vulgares consiste en creer que ciertos fenómenos ajenos deberían influir en nuestras vidas: que algo tan general, tan vago, tan olvidable como una lluvia en pleno invierno puede tener algo que ver con algo tan general, tan vago, tan olvidable como los caminos que puede tomar la vida de alguien. Aunque el error de esta frase está claro: cuando nací, yo no era algo tan general, vago y olvidable. Cuando nací yo era tantas cosas. Era el primogénito, era el que iba a cambiarle la vida a mamá y a mi padre, era el argentino más joven más nuevito, era pura potencia acumulada. Desde ese mismo momento empecé a perder algunas de mis cualidades, y no siempre las que el lector podría imaginar. Porque de eso se trata todo esto: de estar lleno de potencia e ir perdiendo.
  • Alfonso Velascoцитує16 днів тому
    Una idea que nunca había pensado y que de pronto, eufórico, levemente incrédulo: existen situaciones, territorios en que cada uno parece estar haciendo justo lo que quiere. En general están escondidos, porque las personas no suelen hacer lo que quieren y nadie quiere que hagan lo que quieren y quizás hay personas que se pasan la vida sin saber que existen.
  • Rafael Ramosцитує16 днів тому
    Gruben perdió los estribos, principios y libretos –yo ya era bueno en conseguir tal resultado– y me pegó tremendo palmetazo en mi mínima nalga. Obediente, humillado, solté el grito. Mamá gritó, la enfermera gritó, el doctor Gruben se quedó callado, mirándome, pensándose. Después, muchos años después, mamá me contó que ése fue su momento decisivo: que entonces creyó reconocer la justeza de esa frase que dice que la violencia es la partera, que se hizo paramédico de los montoneros y que más tarde, secuestrado por los paramilitares, fue uno de sus colaboradores más dilectos, que ayudó a torturar a cientos de personas, que se dio a la bebida y que ahora, con un nombre alemán, vive en la costa de Colombia cuidando chicos leprosos para pagar sus culpas. Yo no lo creí: nadie termina en un leprosario de la costa colombiana a menos que lo haya deseado desde siempre o, dicho de otro modo: nadie termina por azar en ese sitio. Hay lugares donde se puede terminar por decisión o por azar, hay otros donde sólo por azar, otros donde sólo decidiendo: yo sé de eso, y el leprosario colombiano no tiene azar posible. Pero la historia de Gruben es una historia de mamá, o sea: grandes proporciones de mentira sobre una base indefinible de verdad
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