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Ecología de la libertad

  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    a principios del siglo XX, cuando la así llamada Escuela de Chicago de sociología urbana
    [19]
    trató con entusiasmo de aplicar casi todos los conceptos conocidos de la ecología natural al desarrollo y a la «fisiología» de la ciudad. Robert Park, Ernest Burgess y Roderick McKenzie, enamorados de la nueva ciencia, impusieron un modelo estrictamente biológico a sus estudios de Chicago, con una inspiración y una contundencia que marcarían la sociología urbana de Norteamérica durante dos generaciones. Entre sus principios estaban los de la sucesión ecológica, la distribución espacial, la distribución zonal, los equilibrios anabólico-catabólicos e incluso la competencia y la selección natural, que fácilmente habrían podido empujar a la escuela hacia una forma insidiosa de darwinismo social, de no haber sido por las inclinaciones liberales de sus fundadores.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    Si por sí mismos los actos no constituyen instituciones y los episodios no constituyen historia, entonces los rasgos de conducta individuales tampoco formarán estratos o clases. Los estratos sociales están hechos de algo más fuerte. Tienen una vida propia, al margen de las personalidades que les dan sustancia.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    A menos que la jerarquía se emplee en el sentido cósmico de Schjelderup-Ebbe, el predominio y la sumisión deben verse como relaciones institucionalizadas, relaciones que los seres vivos literalmente instituyen o crean, pero que no están inexorablemente fijadas ni por el instinto ni por la peculiaridad. Con esto quiero decir que deben constituir una estructura claramente social de rangos coercitivos y privilegiados que existan al margen de los individuos peculiares que parecen dominantes dentro de una comunidad dada: una jerarquía guiada por una lógica social que vaya más allá de las interacciones individuales o de las pautas de conducta innatas.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    La analogía entre una colmena y una sociedad, una analogía que los teóricos sociales a menudo no han podido evitar por encontrarla demasiado irresistible, ilustra a la perfección cómo nuestras visiones de la naturaleza están moldeadas según intereses sociales predeterminados.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    Pero ordenar especies por rangos dentro de un ecosistema, es decir, ordenar entre especies, es hacer antropomorfismo en su versión más cruda. Tal y como ha observado Allison Jolly:

    La noción de jerarquías animales tiene una historia accidentada. Schjelderup-Ebbe, que descubrió la jerarquía de las gallinas, amplió sus hallazgos para dar con una teoría teutónica del despotismo en el universo. Así, por ejemplo, el agua que erosiona una piedra era «dominante» […]. Schjelderup-Ebbe denominó «predominio» al orden de categorías que rige entre los animales, y a continuación muchos investigadores dijeron «¡Ajá!», y empezaron a identificar jerarquías y predominio en muchos grupos de vertebrados.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    La imperiosa máxima «Respetad la naturaleza» tiene implicaciones concretas. Asumir que nuestro conocimiento de este caleidoscopio natural y complejo de formas de vida, rico en texturas y en perpetuo cambio, se presta a un grado de «control» como para permitirnos vía libre para manipular la biosfera es una idea ridícula.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    La capacidad que tiene un ecosistema para mantener su integridad no depende de la uniformidad del entorno, sino de su diversidad.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    Términos como «universalidad», «totalidad» e incluso «comunidad» poseen matices peligrosos para una generación que ha conocido el fascismo y otras ideologías totalitarias. Son palabras que evocan imágenes de una «integridad» lograda a través de la homogeneización, la estandarización y una coordinación represiva de los seres humanos. Estos temores se ven reforzados por una «integridad» que parece dotar al curso de la historia humana de una inexorable finalidad, que apunta a una perspectiva suprahumana, estrechamente teleológica, y que niega la capacidad de la voluntad humana y de la elección individual para dar forma al curso de los acontecimientos sociales. Este tipo de nociones de la ley social y de la teleología se han empleado para lograr un sometimiento implacable del individuo a fuerzas suprahumanas, más allá del control humano. Nuestro siglo ha sufrido una plétora de ideologías totalitarias que, al poner a los seres humanos al servicio de la historia, les han negado un lugar al servicio de su propia humanidad.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    Pero la ecología social aporta algo más que una crítica de la escisión entre humanidad y naturaleza: plantea también la necesidad de curarla.
  • Victor Avilés Velazquezцитує9 місяців тому
    decirlo en términos simples, la ecología trata del equilibrio dinámico de la naturaleza, de la interdependencia entre las cosas vivas y las inertes. En la medida en que la naturaleza también incluye a los seres humanos, la ciencia debe incluir el papel de la humanidad en el mundo natural —específicamente, el carácter, la forma y la estructura de la relación de la humanidad con otras especies, así como con el sustrato inorgánico del entorno biótico—. Desde una perspectiva crítica, el ámbito de la ecología abarca el vasto desequilibrio surgido del divorcio de la humanidad con el mundo natural. Una de las especies verdaderamente únicas de la naturaleza, el homo sapiens, ha ido desarrollando concienzudamente, a partir del mundo natural, un insólito mundo social propio. A medida que ambos mundos han ido interaccionando entre sí a lo largo de fases muy complejas de la evolución, hablar de una ecología social se ha vuelto tan importante como hablar de una ecología natural.
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