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Yuri Herrera

El incendio de la mina El Bordo

  • Balamoideцитує4 роки тому
    Supongo que no es descartable que, contra lo que todos los documentos y crónicas y memorias orales dicen, pudiera haber habido un cortejo, pero pienso que es más probable que alguien haya atribuido esa fotografía al episodio pensando que era lo que la decencia hubiera indicado: tratar a los muertos como personas que merecen ser despedidas por su gente, y no como desechos que deben ser escondidos lo más pronto posible.
  • Astrid López Méndezцитуєторік
    El silencio no es la ausencia de historia, es una historia oculta bajo una forma que es necesario descifrar.
  • Astrid López Méndezцитуєторік
    Pero ninguna de estas palabras es mía
  • Juan José Martín Andrésцитує3 роки тому
    Es un último gesto de la Compañía para dejar claro lo que antes practicaba en términos de explotación laboral: que todos esos cuerpos, vivos y no vivos, eran de su propiedad
  • Juan José Martín Andrésцитує3 роки тому
    Más aún que los soldados, que frecuentemente se consideran destinados a morir cada vez que salen de su cuartel, los mineros se hallan tan habituados al peligro que su frase sacramental para despedirse de sus madres, de sus esposas o de sus hijos, es la siguiente: “Vieja, me voy a la mina. No sé si regresaré”
  • Juan José Martín Andrésцитує3 роки тому
    «la psicología de la población minera»: «Aquí, como en otros centros semejantes, las gentes están acostumbradas a tratar al tú por tú con la muerte.
  • Juan José Martín Andrésцитує3 роки тому
    Sonríe constantemente y siente tal indiferencia por la vida como la que expresara en el banco del tormento nuestro ancestro Cuauhtémoc. Y se parece a éste». Ah. Es que era indio. Por eso el periodista podía afirmar categóricamente que su vida no valía nada, ni para él mismo.
  • Juan José Martín Andrésцитує3 роки тому
    El silencio no es la ausencia de historia, es una historia oculta bajo una forma que es necesario descifrar.
  • Selma RLцитує3 роки тому
    También creía que, en realidad, a los mineros no les importaba mucho su propia vida: «El mundo de trabajadores que entraba y salía me veía con extrañeza, como preguntándose: ¿Acaso vale la pena que la muerte de unos cuantos hombres haga venir desde México a un periodista?». A José Linares, el minero que no salió hasta el final porque estuvo sacando a sus compañeros de uno de los niveles más profundos, el reportero le veía la boca y los rasgos y ese vistazo le bastaba para saber lo que sentía: «Sonríe constantemente y siente tal indiferencia por la vida como la que expresara en el banco del tormento nuestro ancestro Cuauhtémoc. Y se parece a éste». Ah. Es que era indio. Por eso el periodista podía afirmar categóricamente que su vida no valía nada, ni para él mismo.
  • Balamoideцитує4 роки тому
    Hay algo en esta historia de asesinatos, despojos y obstinación contra el olvido que puede sentirse cuando uno visita la ciudad. Soy de ahí y sigo sin saber exactamente qué nos hizo esa infamia y las que la precedieron y las que la siguieron, pero hay algo. A ratos parece resignación, a ratos parece tolerancia, a ratos puro valemadrismo; muy pocas veces, rabia. Sea lo que sea, es más que rencor o conformismo: por más oculta que estuviera la historia de El Bordo en un archivo muerto, todas estas décadas ha habido gente dispuesta a recordar que, contra lo que decían aquellos catrines, ahí abajo aún había, aún hay, gente viva.
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