Entonces vi unas islas á lo lejos. ¡Aquello era la salvación! Y me alegré hasta el límite de la alegría; pero tanta era la plenitud de mi emoción y de mi gratitud hacia el Altísimo, que pronuncié el nombre de Alah y lo glorifiqué, exclamando: «¡Alahu akbar! ¡Alahu akbar!»