Mandarinas

Todo el dolor de Chile arde en los pulmones, en los ojos, en el cuerpo entero, en las noches que vienen.

¿qué tanto duele Chile?

¿Qué tanto duele Hong Kong cuando cae la noche?

literatura no volverá a ser igual después de esto”, y no, se sabe que el dolor dobla las palabras hasta envolverlas en sí mismas, las convierte muchas veces en silencio y en otras en fuego, por eso, por eso pregunto: ¿es posible medir el dolor de lo que se ha vivido? ¿Es posible catalogar el dolor de Bolivia esta tarde? ¿Cómo establecer un gráfico de la crueldad en Venezuela, en Colombia, en Perú o en Argentina? ¿Cuánto sufrimiento será percibido en Brasil cuando llegue el verano? No hay implemento que certifique esto, ni el cansancio, ni la pena, ni la rabia, nada que certifique la calidad y distribución de los afectos;

La Primavera negra está inconfundiblemente teñida por el hollín de las barricadas y por el grito incesante de las demandas sociales,

Por eso es que esta marcha, la más grande de todas las marchas, no tuvo otra bandera sino la de una primavera negra, una primavera que tiene que ser un motor para la reconstrucción de un tejido social, una obligación a trabajar más por estas demandas, por lograr una nueva manera de tratarnos: ahora pareciera que todos nos saludamos, que nos damos la mano, que hablamos en el transporte público, que estamos ante un florecer de la política, en este país donde antes éramos unos extraños, unos extraños venidos de la más blanca de las estrellas.

Para empezar, la mayoría de estas fuerzas viven con un sueldo que no se corresponde con la realidad, con los costos de la realidad en este planeta.

Tanta imagen vista abruma, pero volver a salir de casa y reencontrarse con la juventud aplaca cualquier índice de ansiedad.

Ya a esa altura yo era un sospechoso, pero es que en realidad todo el día había sido un sospechoso.

Dudé que esa metralleta que portaba tuviera balas, pero mejor no dudar con la historia encima y habiendo aprendido a no confiar en la sombra que nos reunía

“nos hemos decepcionado de nosotros mismos como chilenos, del nivel de corrupción en el mundo público y en el mundo privado. Al final, estamos en un sistema transversal de corrupciones que se han vuelto normales”.