El País De Las Mandrágoras

Hoy se cumple un año de mi muerte y todavía no acabo de morir. Mi cabeza es un badajo suelto que parpadea en los ojos de mi hermana, entre plastas de sangre. Mi padre cuenta las estrellas, como espía en el tragaluz, tratando de encontrar un misterio que se le ha quebrado sobre el escritorio. A mi madre, en su país de nieve y sombras largas, se le escurre una canción de cuna sobre la almohada, en medio de un sueño que no recordará.

Y Gilda, Gilda es el humo dulce que aún percibo…

Yo, trozos en bolsas, trozos de mí, rodando entre los perros callejeros.

¿Cómo sé que todo esto ha sucedido?

¿Cuál es mi última memoria?

Los hielos de las aguas interiores comienzan a removerse. Para mí sólo hay tiempo. Un tiempo que se va y que retorna: pronto se derretirá la nieve, luego llegarán las primeras aves migratorias, al mes siguiente ya no se pondrá el sol, luego madurarán las manzanas y poco a poco llegarán las primeras heladas.

El cuerpo es un bulto dormido. La mente es un ojo poderoso que todo lo ve, aunque no puede deletrearlo alma adentro. Así es la partitura de los trozos. Mis trozos.

¿Qué va a quedar para mi madre?

He vuelto a mi casa. ¿Casa? Es un fragor de mandrágoras entreveradas, unas sobre otras, como el cementerio de Praga. Sólo que aquí no han llegado las lápidas. No hay cuerpos que enterrar. Sólo hay sombras de desaparecidos. Susurros de agonizantes. Ecos y ondulaciones de una sangre que no puede cuajar.

Lo que te asusta es que ya no ocurrirá lo que planeabas. Quisieras morirte de la pena. Pero no puedes. El terror es que no terminas de morir.

El Jardín Borda me recibe con su enorme fuente azul y sus enramadas. Es un jardín antiguo, con calzadas, escalinatas, terrazas y juegos de agua. El lugar de los amores furtivos del emperador Maximiliano y la India Bonita, una trufa dieciochesca y afrancesada de Cortés y La Malinche, entre el pausado canto de todos los pájaros del mundo y las flores más hermosas del paraíso terrenal. Suspiro. Los amores incumplidos huelen a especias y guardan murmullos

No creo que necesiten de mi agua. Mis propias lágrimas corren, y yo corro tras ellas hacia el jardín. Hay muchas más mandrágoras que alimentar con mi presencia

Los conceptos son una especie de “entelequias”, o “constructos” sociales. No existen por sí mismos. Dependen del significado que cada comunidad le dé a las palabras que lo conforman. Primero es la palabra, luego el concepto…

¿Te acuerdas? Entonces

Por eso! ¿No entiendes? La Antropología, que viene de anthropos, hombre en griego, resulta universal; mientras que la ginecología, que viene de gineco, mujer en griego, sólo sirve para las “partes pudendas” de las mujeres, que, finalmente, son las únicas que cuentan para la ideología patriarcal.