—La muerte, ¿quieres decir? —me tambaleé, helado ante el horror de su insinuación.
—Algo peor… mucho peor —dijo—. La muerte, de acuerdo a la creencia de algunos, significa o bien aniquilación o bien una liberación de las limitaciones de los sentidos, pero no implica una cambio de naturaleza. Uno no se altera súbitamente por el simple hecho de haber perdido el cuerpo. Pero lo que hay aquí implica una alteración radical, una completa mutación, un horrenda pérdida del yo por sustitución mucho peor que la muerte, mucho más horrenda que la aniquilación. Hemos incurrido en el error de acampar en un lugar en donde su mundo toca el nuestro, donde el velo intersticial se ha hecho más delgado.