Gregorio López Bravo se defnía a sí mismo como «liberal reprimido» mientras formaba parte del Gobierno de Franco como ministro de Industria y luego de Asuntos Exteriores. Sin participar de la ideología falangista dominante, supo ganarse a Franco con una política realista, que fue sacando a España de su régimen autocrático y le abrió las puertas a un mundo que le había dado la espalda. Llegó hasta donde pudo, en una nación aún no democrática.
Bajo su mandato se establecieron relaciones diplomáticas con algunos países del Este y con China, y esa audacia provocó su caída al llegar Carrero Blanco a la Presidencia del Gobierno. Gibraltar, el Tratado de Amistad y Cooperación con los EE. UU., el tratado preferencial con la CEE, las relaciones Iglesia-Estado, el mundo árabe… son algunos de los momentos importantes de este ingeniero naval, padre de nueve hijos, fallecido en un trágico accidente de aviación.