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Ana María Matute

Luciérnagas

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  • Luis Cepedaцитує2 роки тому
    Pocas veces un hombre vive tan herido y maltratado por los recuerdos de la niñez y adolescencia,
  • Luis Cepedaцитує3 роки тому
    —¡Cuántas veces pensé en la cárcel! —dijo Cristián—. Me hablaron muchas veces de ella. Acabé imaginándola casi exactamente como era. Pero llegó un día y me encerraron: me convertí en un preso. No fue a la cárcel donde me llevaron. Hay muchas cárceles sin rejas, ahora. Era una habitación cualquiera, no estaba sucia ni era húmeda, pero ¿qué más daba? No podía moverme, salir. Es tremendo. Te quedas solo. Solo, frente a ti mismo. Frente a tu pobreza, a la inutilidad de tus manos y de tus pensamientos. Solo con tus exigencias, con tu miseria, tus buenas y tus malas acciones, ya inútiles. Solo con tu sórdida realidad. Únicamente entonces conoces tus límites y piensas: toda mi vida era únicamente un gran deseo de romperlos, de traspasarlos... No, no. La cárcel la llevaba yo mismo, la cárcel soy yo. Creo que me entiendes tan bien como yo te he comprendido a ti. ¡Para qué luchar, para qué esforzarse en algo, para qué vivir y apetecer, si primero no nos liberamos de nosotros mismos, de nuestra cobardía, de nuestras claudicaciones! Pero, a pesar de saberlo, hay algo que me desespera: ¡yo no quiero morir! ¿Entiendes tú esto? Yo no quiero, no quiero morir...
  • Luis Cepedaцитує3 роки тому
    Miró los libros, tan apreciados por su padre y se dijo con amarga ironía: Tenemos la casa forrada de otras épocas, mientras nosotros no sobreviviremos a ésta.
  • Luis Cepedaцитує3 роки тому
    —¿No te das cuenta, mujer? A pesar de todo lo que yo grazne, lo bueno, lo grande, no puede ser para mí. Yo siempre seré de los de abajo. Antes, ahora y siempre.

    Sol cerró los ojos. Una frase oscura, triste, vagaba en sus pensamientos.

    Nosotros no fuimos deseados.

    Nosotros no hemos nacido del amor...
  • Luis Cepedaцитує3 роки тому
    Tenía miedo, mucho miedo. De los muertos a balazos de las iglesias quemadas, de los obuses, de los escombros, de los gritos de alegría, de la lluvia que caía en los solares, sobre las caras ensangrentadas de los muertos. Tenía miedo de lo vengado, era una pobre víctima de lo vengado. Tenía de los hombres y de las mujeres, de los ojos de los niños, de los aullidos de los perros. La vida era una mentira inmensa, monstruosa. Nadie ayuda a nadie, nadie lucha por nadie.
  • Luis Cepedaцитує3 роки тому
    no le gustaba el trabajo, ni le gustaría jamás. Pero debía mendigarlo ahora, porque, si no, era evidente, no se podía vivir. Con una pereza desfallecida, laxa, se tendió sobre las sábanas. Demasiado complicada la vida. Pero debía ser importante, para que se luchase tan desesperadamente por ella.
  • Luis Cepedaцитує3 роки тому
    —Pero Dios dice...

    Eduardo la cortó con un gesto de fastidio.

    —Dios no dice nada. Yo no le he oído nunca.

    —¿Tampoco crees en Dios?

    —Te diré... La vida tiene sentido desde el momento en que se prescinde de Dios. Si no pensamos que hay alguien que valora nuestras acciones, vivir tiene un sabor distinto, más completo... El único pecado en que yo creo es traicionar esta vida nuestra. ¿Por qué he de aceptar las ideas de mis padres? ¿Sólo porque ellos las aceptaron antes?... ¡Bah! Vive todos tus minutos antes de que sea tarde. Y, sobre todo, no pienses nunca en el mañana. No existe una edad concreta y definitiva a alcanzar. No está la felicidad a los veinte, a los treinta o a los cincuenta años. Todas las edades pasan, huyen sin detenerse... No, no. El mañana es otra mentira. Ni siquiera sabes si vivirás esta noche... —y señaló la techumbre de la barraca, amenazada por el fuego de los bombardeos—. Sólo una cosa conozco, una cosa amo: el cuerpo. Este cuerpo de hombre que tengo, que es algo cierto, demostrado.
  • Luis Cepedaцитує3 роки тому
    No he nacido para continuarle el mundo a nadie. Mi mundo empieza y termina en mi piel.
  • Luis Cepedaцитує3 роки тому
    las revoluciones no se hacen por nada. No sé yo en ésta quién tiene razón, ni me importa tampoco. Pero ya he dejado de sentirme su víctima. Prefiero considerarme una de sus consecuencias. Vino lo que tenía que venir. No he nacido para continuarle el mundo a nadie. Mi mundo empieza y termina en mi piel.
  • Luis Cepedaцитує4 роки тому
    Pero el hambre es cruel, pesa de un modo material y terrible, recordándonos que estamos vivos.
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