Lo anterior

Todo eso. Todo lo que es. Un movimiento de pura compasión. La trayectoria de un inicio. Un intento de conversación.

Ésta es la historia en la cual un hombr e se desvanece.
Esta historia contiene el desvanecimiento de un hombre.
Ninguno de esos dos hombres es el mismo.

No había más. Y ella quiso saber más. Todo empieza en realidad por querer saber. El mal siempre empieza por querer saber. De más.

«El amor siempre ocurre después, en retrospectiva. El amor es siempre una reflexión. Lo supo la tarde en que lo vio sentado al otro lado de la mesa, su mano…»
No había más. Y yo quise saber más. Todo empieza en realidad por querer saber. Más. De más.

Dice que todo relato escrito es, en realidad, una habitación. La muerte dentro. La muerte alrededor.

La mujer que, atenta, nos mira desde el otro lado de la ventana del restaurante debe pensar que somos felices. (Tal vez somos felices.) La mesera que retira los platos de la mesa debe creer que nos acordamos de un chiste. (Tal vez nos acordamos de un chiste). El sonido de las hojas cuando chocan contra el pavimento, y el sonido del agua cuando se desparrama sobre el fregadero, y el sonido de un principio y un conflicto y una resolución aristotélica, deben saber que esto es únicamente lo que está ocurriendo. (Tal vez los dos no tenemos la más mínima idea de lo que ocurre.) (Tal vez todo es cierto.)

–¿Y entonces sabré que eres, efectivamente, mi pasado? –le pregunto con mal disimulada sorna, sin poder evitar sentir lástima por su convicción y pensando, a la vez, en mi presente, sin dejar por eso de avizorar el futuro. El sonido de muchas campanas.
–Entonces lo sabrás –contesta en sueños, sin parpadear.

Nunca estoy segura de mí cuando lee en voz alta. No sé si reiré al final o si guardaré silencio. ¿Temblaré? ¿Pensaré «este hombre es un idiota»? ¿Me quedaré dormida? ¿El sonido de un río que huele a plata? Por eso me gusta oírlo leer. Por eso me gusta atestiguar el momento en que la voz traiciona a la escritura, dejándola, aparentemente, atrás. Atrapada.
Aparentemente.

Todo esto debajo de un eco.
Éstas son las imágenes: el hombre besa y desnuda, tienta, acaricia, abre, explora. Hurga dentro. Esculca. Ve. Sobre todo eso: ve. La boca, dice. Le gusta la boca. La entrada. El orificio. Horada con los dedos. Chupa. Traga. Cierra los ojos. Saliva. Gime. Abre los ojos. Ve otra vez. Huele. Saborea. Los dedos de nuevo. Dos. Tres. Adentro. Afuera. ¡Ah! La boca.

El sonido de una banda de guerra. El sonido de un punto al final de un párrafo con el cual acaba la última página de una novela.
Dice que él viene de otro planeta.