Doctores, cianuro de potasio. Lo he probado. Quema la lengua y sabe agrio», decía la nota que encontraron junto a su cuerpo en la habitación del hotel que arrendó para quitarse la vida. La forma líquida del veneno, conocida en Alemania como Blausäure (ácido azul), es altamente volátil; hierve a los veintiséis grados centígrados y deja un ligero aroma almendrado en el aire, dulce pero levemente amargo, que no todos logran distinguir, ya que poder hacerlo requiere un gen específico del cual carece el cuarenta por ciento de la humanidad. Como consecuencia de ese azar evolutivo, es probable que una parte importante de las personas asesinadas con Zyklon B en Auschwitz, Majdanek y Mauthausen ni siquiera hayan notado el olor del cianuro llenando las cámaras de gas, mientras que otros murieron oliendo la misma fragancia que saborearon los hombres que habían organizado su exterminio al morder sus cápsulas suicidas.