Condición de mujer

los versos que consumíamos en las noches de vigilia

tu pereza de saltar,

tu vergüenza de correr,

atrapada entre las hermosas lianas de los versos preferidos

No se trata sin embargo de apariciones, de almas en pena, sino de esa índole espectral que tienen ciertos hombres y mujeres, incapaces de imbricarse en su medio: fantasmas sí, pero de carne y hueso.

No quisiera que lloviera

te lo juro

que lloviera en esta ciudad

sin ti

Mi casa es la escritura

sus salones sus rellanos

sus altillos sus puertas que se abren a otras puertas

sus pasillos que conducen a recámaras

llenas de espejos

donde yacer

con la única compañía que no falla

Las palabras.

En los últimos años

he vivido en más de cien hoteles diferentes

en casas transitorias como días

fugaces como la memoria

¿cuál es mi casa?

¿Dónde vivo?

Mi casa es la escritura

la habito como el hogar

de la hija descarriada

la pródiga

la que siempre vuelve para encontrar los rostros conocidos

el único fuego que no se extingue

¿Será posible que aquí también

entre falsos pelirrojos

y lesbianas sin pareja

te sientas otra vez una extranjera?

Descubrir de pronto que dios

era una diosa,

última ascesis,

de aquí a la eternidad.

Vivir para contarlo
Te he cedido por una vez

el papel y el lápiz

la voz que narra

la crónica que fija contra la muerte

la nostalgia de lo vivido.

Y me va bien el cambio

te aseguro.

Quiero contemplar

quiero ser testigo

quiero mirarme vivir

te cedo gustosamente la responsabilidad

como un escriba

ocupa mi lugar

goza si puedes con el relevo

serás mi descendencia

mi alternativa.

La que vivió para contarlo.

No hay retorno:

el espacio cambia

el tiempo vuela

todo gira en el círculo infinito

del sinsentido atroz

No hay Volver

no hay arrabal

Sólo la soledad es igual a sí misma.