Armonía secreta

18 de febrero de 1983

Querida Lu,

Estoy temblando mientras escribo esto.

Ni siquiera sé por dónde empezar.

Ni siquiera sé si debo describir lo que sucedió, porque eso podría ocasionarme graves problemas si el diario cae en las manos equivocadas.

Pero…

Cat y yo estuvimos juntas en los cañaverales.

Y tocamos las estrellas.

Ylari

argonauta de mis secretos oscuros,

en harapos de cenizas me encontrarás,

allí donde los cañaverales tocan las estrellas.

Tal vez lo estemos.

—No digas eso.

—Yza…

—Me gusta cuando dices mi nombre.

—Pase lo que pase, nunca olvides que te amo.

Incluso si ya no estamos juntas, aunque ya no esté contigo, toca esa melodía y piensa en mí, piensa que estoy a tu lado, por más que me odies.

—¿Por qué te odiaría?

—Promételo.

—Nunca podría odiarte.

—Lo hiciste una vez…

—No te odiaba, lo que odiaba era no entenderte ni entender lo que me sucedía contigo. Ibas en contra de mi lógica.

No, no es eso. Pero es difícil de explicar… Solo prométeme que la tocarás muchas veces, para mí, por muchos años.

Dudé un momento, porque en su voz había temor.

—Lo prometo.

—No lo hagas a la ligera. Hablo en serio. Pase lo que pase, sigue tocando esa melodía para mí.

Las estrellas lloran —murmuró.

—¿Qué dices…?

—Tus ojos.

Fueron valientes —acoté.

—Idiotas —repitió Emma—. Debieron quedarse como hermanas, les daba lo mismo, las mismas oportunidades de compartir tiempo juntas…

—Tal vez no querían vivir una mentira

Lo que hiciste está enterrado —murmuré contra sus labios—: todo lo mal que me trataste, todos los comportamientos contradictorios que tuviste, todas las palabras de odio, todo. Me explicaste tus razones y eso es suficiente para mí. Lo es porque te entiendo. También luché contra mis sentimientos. Así que podrías cavar por años en estas arenas y no estar ni cerca de encontrar mis rencores. Me enamoré de la chica talentosa, responsable, que vela por el bienestar de los demás antes de por el suyo propio. De la chica que ganó a Chewie para mí y que tuvo la confianza de ser vulnerable y permitirme ser vulnerable también. Con la que puedo hablar de todo y de nada sin sentirme juzgada. Sé que habrá tormentas, no espero que nuestros días sean color de rosa, pero vale la pena enfrentarse a los huracanes por ti.

Es que no entiendo cómo puedes imaginar esas cosas. —Deslicé el dedo por su barbilla y sonreí—. Emma, nuestra relación ha sido tormentosa desde el día que te encontré bajo mi ventana. Hace tiempo acepté que las cosas contigo serían de esa forma y decidí hacerles frente

Desde entonces deseé llevarte a conocer el mar —confesó.

—¿Desde entonces?

—Desde entonces.

—¿Tanto quieres volver a verme con bikini?

Despegó los labios para replicar, pero fueron sus mejillas sonrosadas las únicas que me ofrecieron una respuesta. Volvió a mirar por la ventanilla.

—También es mi primera vez en un avión —comenté.

—Es el viaje de las primeras veces.

—Marquesa… —murmuré maliciosa—, eso dispara mis expectativas