El 11 de septiembre de 2001, en Venecia, en el Campo San Stefano, en el canal del Rio dei Mendicanti, desde las Fondamente Nuove —trayecto reconstruido después—, me hizo pensar sin duda en el 11 de septiembre de 1958, en el aniversario —esa sacralización de mi locura— que el derrumbamiento de las torres de Manhattan no logrará relegar a un segundo plano, quedando ahora los dos asociados para siempre, por mucho que los separen cuarenta y tres años. La noche en que, sin que él se diera cuenta, sin que nunca se llegara a enterar, H se convirtió en mi primer amante.
El uso de los eventos históricas no para dar contexto ni solo para hilar momentos, sino para dar tierra firma y validez a su propio relato que quizá colectivamente no es relevante, pero que acontece como historia también