La melancolía de los feos

No hay voluntad porque no hay una identidad dónde apoyarse.

Somos hijos de nuestras ideas, de nuestra voluntad, de los afectos que seleccionamos entre las mil posibilidades que la inmediatez nos brinda.

soy lo que siempre quise ser, un aventurero en pos de una misión digna que lo justifique.

Sí, él era feliz siendo un vagabundo del mar, libre, sin ataduras, sin las presiones terribles de un ego insatisfecho.

Sostiene que el ADN (ácido desoxirribonucleico) contiene lo que denomina Factor Ulises, un elemento aún no determinado, que es el responsable del afán de superación que protagonizan algunos hombres y mujeres.

yo era, tan frágil, tan vulnerable a nivel afectivo, que cualquiera podía hacerme un daño de consecuencias irreparables con solo acercarse un poco a mí y después alejarse.

era, tan frágil, tan vulnerable a nivel afectivo, que cualquiera podía hacerme un daño de consecuencias irreparables con solo acercarse un poco a mí y después alejarse.

Yo empecé a sufrir de alucinaciones: soñaba que la habían secuestrado, la veía amarrada en un rincón o encadenada en un sótano maloliente, despeinada, amarilla, famélica.

¿Vale la pena que nuestros agresores nos conviertan en un remedo suyo, que terminemos con el mismo rostro de aquellos a quienes tanto odiamos?

Meterme en el mar, primero hasta las rodillas y después hasta el cuello, no fue una experiencia sobrecogedora ni fascinante. Me quedé igual, como si nada, mirando el horizonte con una cierta desilusión que me hundió en una tristeza de la que no supe cómo escapar. Extrañé mis gramos de cocaína o mis porros que hubieran transformado ese fracaso en un instante rebosante de satisfacción