Mabel Moraña

Al mismo tiempo, el margen produce sus propios monstruos para nombrar al Otro, al dominador, al verdugo, al amo, al hacendado, al invasor, al torturador, otorgándole una forma simbólicamente abyecta que alegoriza las actitudes, las conductas y los valores a partir de los cuales ese Otro define sus agendas y sus procedimientos

porque el cuerpo, por su extrema permeabilidad, absorbe y emite significaciones que apuntan tanto a su materialidad como a sus proliferantes estratos simbólicos, sin reparar en contradicciones.

nos sustenta y nos traiciona

nos reducen a poco, a casi nada. Lo

el cuerpo nos cobra cada momento de indiferencia, cada desvío

Inventamos, para nuestro propio consumo, una relación con él, que forma parte de nuestro imaginario.

una presencia sin peso ni medida, un abismo, una totalidad oscura que no admite ni ecos ni retornos.

cadáver mutilado por los ejércitos, que aún provoca deseo desde la muerte;

El problema del cuerpo es su inabarcable polivalencia, juego de espejos que en realidad reflejan solamente la ausencia del significado.

un cuerpo que es dos, yo y el monstruo que me habita, o en el que yo resido.