Muchos ven en la agricultura biológica una solución para volver a modos de producción más respetuosos de la naturaleza y menos dependientes de los productos químicos. Si la agricultura biológica tiene muchas virtudes, no es forzosamente la solución ideal para resolver a la vez los problemas del productivismo agrícola y la necesidad de alimentar a una población humana que alcanzará 10 mil millones de personas en el horizonte de 2060. Por un lado, estas técnicas de producción producen un rendimiento inferior en un promedio del 20% a los de la agricultura tradicional, lo que hace que necesiten más tierras cultivadas para un mismo nivel de producción y, por otra parte, algunos métodos empleados, en particular el uso de insecticidas naturales, como el cobre para la protección de cultivos, no se realizan tampoco sin peligros para el medio ambiente ni para la salud humana. La agricultura biológica, sin embargo, tiene un brillante futuro por delante ya que no representa hoy sino el 1% de las superficies cultivadas en el mundo y responde a una verdadera necesidad para los modos de producción más respetuosos con el medio ambiente. Es probable que, en el futuro, otros métodos complementarios lleguen a favorecer el desarrollo de los cultivos biológicos: permacultura, agroforestería o incluso granjas verticales que permitirán generar productos agrícolas de fuerte valor agregado cerca de las ciudades de forma directa.