Pétronille

Beber intentando evitar la embriaguez resulta tan deshonroso como escuchar música sacra protegiéndose contra el sentimiento de lo sublime

La realidad siempre se apresura a demostrarnos hasta qué punto carecemos de imaginación

Igual que todo el mundo, y en función de las noches, he bebido cosas más o menos fuertes con la esperanza de alcanzar la embriaguez que convirtiera mi existencia en algo aceptable: el principal resultado fue la resaca. Sin embargo, nunca dejé de sospechar que era posible sacarle un provecho mayor a semejante búsqueda

La embriaguez no se improvisa. Es competencia del arte, que exige dar y cuidar. Beber sin ton ni son no lleva a ninguna parte.

Beber intentando evitar la embriaguez resulta tan deshonroso como escuchar música sacra protegiéndose contra el sentimiento de lo sublime.

Igual que todo el mundo, y en función de las noches, he bebido cosas más o menos fuertes con la esperanza de alcanzar la embriaguez que convirtiera mi existencia en algo aceptable: el principal resultado fue la resaca. Sin embargo, nunca dejé de sospechar que era posible sacarle un provecho mayor a semejante búsqueda.

lo que de entrada me había hecho sentirme tan cercana a Pétronille era precisamente esa sensación, esa ebriedad que a falta de mejor nombre llamamos atracción por el riesgo

Nada nuevo bajo el sol: que adores a alguien no significa que la cohabitación funcione.

¿Sabes que eres una de las rarísimas privilegiadas que pueden vivir de su pluma? Sólo lo consiguen el uno por ciento de los escritores publicados. ¡El uno por ciento!

Tengo una larga experiencia en materia de separaciones, y sé mejor que nadie el peligro que entrañan: separarte de alguien prometiendo que volveréis a veros es el presagio de las cosas más terribles. El caso más habitual es que no vuelvas a ver nunca más al individuo en cuestión.