Juan Manuel Torreblanca

De César Vallejo me fascina su espíritu de artista en conflicto. Fue un artista peruano muy de su época, pero que encuentro cercano a lo mexicano. Buscó revolucionar la poesía: encontrar nuevas palabras, hacer que los sustantivos se volvieran verbos. Encuentro en su obra el desencanto de un joven que llega a París y cree que se le va a abrir el mundo pero no es así, y no encuentra su lugar en el universo de los grandes nombres de la cultura, del arte, de la literatura (aunque creo que tampoco lo quiere). Fue también un escritor apasionado por las causas sociales. En particular me llama la atención la poesía de “Los Heraldos Negros” (de hace 102 años), porque en ella está muy presente la pandemia, que en ese entonces azotaba el mundo entero: desde luego hay un eco doloroso y peculiar.

Me gustó encontrar “Una ballena es un país” de Isabel Zapata, una escritora brillante de poesía y ensayo, y ponerla en esta pequeña selección al lado de Mary Oliver, porque retoma, como la poeta estadounidense, esta observación de la naturaleza para hablar también de la humanidad. “Una ballena es un país” es un libro muy versátil donde hay poemas que se acercan al ensayo, poemas que son enumeraciones o que son listas; habla desde luego de las ballenas, de los gorilas —que aprendían a hablar lenguaje de señas (ése es uno de los capítulos más conmovedores, pareciera un estudio sobre el amor)— y de muchos otros animales. Es un libro muy amoroso, muy conmovedor y muy inteligente.

[en inglés] Mary Oliver fue una poeta estadounidense —una de las voces más importantes de la poesía norteamericana— cuyo trabajo refleja una profunda comunión con la naturaleza. En 1984 obtuvo el Premio Pulitzer con “American Primitive” . “Dream Work” es una antología de 45 poemas.

En “El matrimonio de los peces rojos”, Guadalupe Nettel también hace estas comparaciones entre la conducta de los animales y los problemas de los humanos (en particular en el cuento que le da título al libro, que es una belleza). Hay un virtuosismo muy notable en la manera de escribir de Nettel que te atrapa y te fascina a la vez que te duele.

Éste es uno de los clásicos de Nothomb. Tiene otros como “La nostalgia feliz” —que me parece, como todo lo que ella escribe, muy disfrutable—, pero “Estupor y temblores” es de esos libros que dan en el clavo en muchos sentidos. Es una novela hilarante y brillante, es un collage de muchas otras cosas, de toda la malicia que tiene el personaje principal. Es un libro muy conmovedor y uno de los más importantes en la vertiente autobiográfica de Amélie. Yo soy un ejemplo de esos lectores que se encontraron con Amélie, se volvieron adictos y ahora tienen que leer todos sus libros. "Estupor y temblores" es de los mejores. No sabría decir cuál de todos esos es mi favorito (también me gustan los que no son autobiográficos), pero en los autobiográficos hay algo entrañable, porque se pueden ir ensamblando como un rompecabezas.

“El río de la conciencia” de Oliver Sacks es un libro póstumo que se conecta bien con los demás de esta lista. Sacks tiene varios ensayos maravillosos y tiene la enorme capacidad de combinar la erudición con una prosa muy amigable, muy cercana, donde nunca, como lector, te sientes rebasado por su inteligencia o por lo elevado que es su universo científico. Es muy humano y es conmovedor… “El río de la conciencia” habla del tiempo como lo describe Borges, y también de las descripciones y definiciones sobre lo que es la conciencia y la percepción. En un momento como este, en el que el tiempo se ha vuelto tan chicloso, tan incomprensible, tan indistinto (por el encierro, por la pandemia, por lo que nos rodea), es muy interesante adentrarse en una mente como la de este gran autor.